7:00 de la mañana y sigo en el avión. El bebé de mi compañera de viaje no para de llorar y el de mi diestra ronca con la misma pasión que el bebé. Falta muy poco para aterrizar a San Juan, Puerto Rico según el anunciado del piloto, pero con la lluvia, atrasará el destino.
Ya estamos llegando y se siente el ambiente tenso para la llegada, con esta lluvia y viento es claro que dudo del profesionalismo del piloto.
Lo aterriza con tanta seguridad que se escuchan los boricuas aplaudiendo como costumbre puertorriqueña en un avión. Antes de bajarme del avión, espero que todo el mundo salga, para luego bajar con calma. Entro a la declaración del Viajero desde mi celular para llenarlo de antemano, ya que de todos modos antes de salir del Aeropuerto Luis Muñoz Marín, te lo exigen.
Ya estando fuera del caos, con mi maleta color rosa y mis AirPods para seguir ignorando el ruido del aeropuerto, el camino me obliga a parar en donde está el personal vestido con batas blancas desechables y uno que otro militar. “Desde ayer no es necesario llenar la declaración del viajero si eres procedente de Estados Unidos y tienes el Vacu ID” me expresó el personal de bata blanca. Me ahorré diez minutos, los uso para pedir el Uber.