-Crónica-
Ansiedad, pensamientos uno tras otro y muchas ganas de comenzar sin saber por dónde. Ese era y es un problema que he combatido desde que comencé a estudiar periodismo en la universidad.
Tuve que chocar con la parte de mí que era insegura. Saber porqué y de qué esencia viene esa inseguridad. Todo vino por la comparación y porque me comparaba con personas que no tienen los resultados que quiero en mi carrera profesional, sin embargo, hacían algo que yo no hacía y era «showing up», ser seguros de sí.
Mi escritorio blanco con mi computadora rosa y mi vaso negro matte son los únicos testigos de mi mar de lágrimas y a través de esas lágrimas llegó mi epifanía.
En mi segundo año de universidad, en el 2019 para ser más exacta en el segundo semestre, me tocó resumir un artículo y realmente le tenía fobia a redactar porque «no tenía los fundamentos correctos del periodismo». Siempre que me sentaba, me bloqueaba, ignoraba y me iba. Eso de no ser íntegra con mis sueños me creaba una ansiedad tan fuerte que terminaba llorando y dudando de mi misma aún sabiendo que tengo talento para hacer lo que hago, pero sin propósito, de nada vale.
Comencé a escribir de cómo me sentía, no empecé nada del trabajo y escuché una vocecita calmada en mi cabeza que me decía » aquí es donde debes estar» lloré tanto, pero tanto que luego me reí de tanto que lloré. No lloraba así desde mi primer rompimiento amoroso.
Lloré, por mi seguridad, autoestima, propósito, los errores que me perdoné y porque gracias a esa «vocecita», la usé de esperanza para no dejar esta carrera que me ha hecho a sacar lo más incómodo de mi.
Al fin y al cabo nadie estaba conmigo en ese momento, ni Hela (mi Husky Siberiana) había nacido. Estaba completamente sola.
El quedarme sentada en mi escritorio blanco sigue teniendo más poder que hablar con personas que no empatizan conmigo y solo comentan como ellos hubiesen reaccionado si eso que me pasó a mi, les hubiese pasado a ellos.
Escribiendo, fue mi primera epifanía. Donde descubrí que puedes tocar esas emociones, que para llegar ahí, hay que romper esas capas de cebollas que creamos en el muro que se encamina a nuestro corazón.
El propósito está en lo simple, en servir.
Tú propósito también está en servir, debes tener un talento que solo tú lo puedes hacer a tú manera y ese talento te servirá para servir a tú manera.
La escritura es una de mis válvulas de escapes que lo haría sin que me pagaran, incluso, actualmente lo hago sin que nadie me pague por esto.
Pero mi propósito es servirte a ti que me lees y mi mensaje es que creas en ti y que en el momento de ansiedad, en tu mar de lágrimas, escuches esa vocecita que te diga «estás en el lugar correcto».